Huesos de Santo, el dulce tradicional que se renueva cada año

Los huesos de santo son uno de esos dulces que nunca faltan en las pastelerías de España cuando se acerca el Día de Todos los Santos. A primera vista parecen simples cilindros alargados de masa blanca, cuya forma y color dan lugar a su nombre, pero no te dejes engañar por su apariencia modesta, la verdadera magia se encuentra en su primer mordisco. Combina el dulzor del mazapán con los matices del relleno, creando una explosión de sabores única en cada bocado.

Huesos de Santo, el dulce tradicional que se renueva cada año

El encanto del mazapán

El alma de los huesos de santo es el mazapán, esa mezcla perfecta de almendras molidas y azúcar que se transforma en una masa suave y maleable que permite formar la capa exterior del dulce. La habilidad del pastelero reside en la parte más complicada del proceso, la de conseguir una capa fina y delicada que logre mantener la forma del cilindro, pero al mismo tiempo se deshaga en la boca. La clave fundamental está en encontrar el equilibrio entre el dulzor del mazapán y la cremosidad del relleno.

Rellenos tradicionales y modernos

Hablando del relleno, el más tradicional, sin duda, es la yema confitada, una delicia que nace de la magia de la yema de huevo y el azúcar, cocidos a fuego lento hasta obtener una crema espesa y suave. Esta combinación de colores y su intenso sabor contrastan a la perfección con el mazapán, haciendo que los huesos de santo sean tan adictivos. Aunque este dulce ha mantenido su esencia a lo largo de los años, la innovación en las pastelerías ha traído nuevas versiones, y hoy en día es fácil encontrar rellenos diferentes, como los huesos de santo rellenos de chocolate. Gracias a la creatividad de los pasteleros estos dulces se acercan y son atractivos para las nuevas generaciones, permitiendo así, que la tradición no se pierda y perdure en el tiempo.

La elaboración cuidadosa y artesanal

La preparación de los huesos de santo, aunque a simple vista pueda parecer un proceso sencillo, es un verdadero arte que requiere paciencia y precisión. Una vez elaborada la masa de mazapán y haber sido cubierta con film, para que enfríe, se extiende y se trabaja hasta obtener una lámina para más tarde cortarla en tiras perfectas con un ancho de 5-6cm. Cada tira se enrolla con una suavidad delicada sobre pequeños moldes, dando forma a los emblemáticos cilindros. Un breve paso por el horno les proporciona la firmeza necesaria, pero el espectáculo real comienza cuando se rellenan de la crema elegida, que previamente ha sido elaborada.

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Un dulce tradicional que nunca falla. 

Huesos de Santo, el dulce tradicional que se renueva cada año

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